Llevo ya tres años ahorrando con un objetivo muy claro: dar el paso a Barcelona, encontrar un hogar para mi familia cerca de Poblenou, y aprovechar la oportunidad de hacer crecer mi pequeña agencia de marketing en el corazón del mundo startup.
Hace apenas unas semanas, después de todo este esfuerzo, nos rechazaron el estudio de riesgos de la hipoteca. Sin explicación clara. Sin margen para negociar.
Y, sinceramente, me dejó descolocado.
Habíamos estado mirando pisos en Barcelona con ParkRose Properties, una inmobiliaria que nos mostró apartamentos increíbles en el área de Poblenou. Todo parecía encajar: el lugar perfecto donde podríamos crecer como familia y yo podría impulsar mi proyecto profesional. Por eso el rechazo del banco fue un golpe tan duro. Parecía que estábamos tan cerca de hacer realidad ese sueño.
Cuando empecé este camino de trabajar por mi cuenta, desde casa, pensé que era la mejor manera de ganar más. Y al mismo tiempo, estar más presente en la vida de mis hijos. Pero luego vinieron los impuestos, la rotación de clientes, las facturas imprevistas… y de repente, ahorrar no es tan fácil como parecía.
Cada euro que logramos guardar me cuesta noches de trabajo, llamadas fuera de horario, y esa sensación constante de estar dejando algo de lado.
Generalmente, el tiempo con mi familia.
El dinero se convierte en prioridad. Y claro, empiezan los sacrificios: Ángeles lleva meses sugiriendo que vayamos a Dinópolis con los niños. Serían unos 300 € contando gasolina y alojamiento, y yo siempre digo que no. Lo mismo con el lavavajillas roto desde hace tres meses o con las zapatillas nuevas que necesita. Y cada vez que digo que no, terminamos discutiendo, y me quedo con ese peso en el pecho: ¿de verdad estoy haciendo lo correcto?
Porque este blog, EvasionGrupoExplora, nació justamente para lo contrario: para priorizar el tiempo juntos, para disfrutar de lo que tenemos cerca y no estar siempre atrapado tras una pantalla. Y sin embargo aquí estoy, escribiendo esto a las once de la noche, después de un día de trabajo que parecía no tener fin.
Lo que más me duele es esa sensación de estar atrapado entre dos metas: ¿priorizo la familia ahora, aunque eso signifique gastar parte de los ahorros y quizá retrasar un año más el sueño de Barcelona?
¿O sigo siendo el “tacaño”, prometiendo que es solo un año más y que luego todo será mejor?
La verdad, no tengo la respuesta aún.
Pero sí sé que me estoy perdiendo momentos que no van a volver. Los primeros pasos, las primeras palabras, las risas espontáneas en el parque. Quizá lo que necesito es recordarme que ese piso en Poblenou no vale tanto como esas pequeñas grandes cosas. O quizá solo necesito un plan más claro para poder dar un poco más ahora sin tirar por la borda el futuro. Lo que está claro es que este dilema es el que marca mi día a día ahora mismo.
Lo que sé es esto: no estoy solo.
Me motiva encontrar respuestas a esto para vosotros. Espero que este pequeño desahogo sirve de algo, y que en unas semanas podré escribir la solución para no tener que pasar por esta constante batalla.